05-Septiembre-2007 | Editorial de El Nuevo Día
Luego de sacarle el cuerpo a la aprobación del proyecto del Corredor Ecológico del Noreste, el Senado finalmente aprobó la medida, pero con unas disposiciones que hacen casi imposible la creación de la reserva natural y que plantean dudas sobre la seriedad y las verdaderas intenciones de ese cuerpo legislativo.
Antes de su aprobación en el Senado, el proyecto pasó por el vía crucis de unas atropelladas audiencias públicas de la Comisión de Recursos Naturales que, bajo la presidencia del senador Carlos Díaz, fueron el escenario de encontronazos entre ambientalistas y legisladores y de desagradables discusiones a gritos entre los participantes.
Tampoco faltaron los altercados entre los senadores por el proyecto y las tácticas dilatorias de la mayoría parlamentaria para no considerar la medida, para luego colgarla en la pasada sesión legislativa.
Y ahora, cuando por fin el Senado aprueba su versión, le añadió lo que en el argot legislativo se llama una “píldora venenosa”.
Esto es, una disposición que la hace inviable.
En este caso se trata de un plazo de 18 meses para la adquisición de las fincas privadas ubicadas en las más de 3,000 cuerdas de terreno en el litoral costero entre Luquillo y Fajardo que formarían el Corredor.
Ése es el tiempo con que contaría el Gobierno para realizar los trámites necesarios para adquirir los terrenos que, en síntesis, son segregar las fincas privadas a ser compradas, tasarlas, hacer los estudios de título y separar los fondos para completar las adquisiciones. En caso de que los dueños de las fincas se nieguen a venderlas, el Gobierno tendría que iniciar el proceso de expropiación, el que por ley se puede prolongar hasta por ocho años.
Si cualquier ciudadano promedio conoce el tiempo que toma realizar una simple transacción de compraventa de tierras, no podemos pedirle menos de ese mismo nivel de conocimiento a nuestros senadores.
Por ello, más que un término ridículo que se desvía de los cuatro años contemplados originalmente para las adquisiciones, nos parece que han hecho toda una maniobra, y bastante burda por cierto, para evitar que el corredor se haga realidad.
Al presidente del Senado, Kenneth McClintock, y al senador Díaz les pedimos que hablen claro y que expongan si favorecen de verdad o no convertir la amplia franja costera del noreste en una reserva ecológica con un desarrollo limitado. Les tocará a los senadores que sean nombrados al comité de conferencia de Cámara y Senado contribuir a producir una versión de consenso y que establezca términos reales para la creación del Corredor Ecológico del Noreste.
También es el momento dorado para que el liderato de la Cámara demuestre cuán genuinamente está comprometido con la preservación de nuestros recursos naturales de alto valor ecológico.
No se traguen la píldora venenosa.
No hay ninguna razón para no darle paso a esta medida que cuenta con el respaldo de amplios sectores de la población y que fue aprobada por la Cámara de Representantes el pasado 9 de noviembre.
Apoyamos firmemente los esfuerzos genuinos por viabilizar el desarrollo sostenible de nuestro litoral costero y hacemos un llamado a nuestros legisladores a que aborden esta discusión con la seriedad que se merece y la que se espera de ellos.
05 septiembre 2007
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